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La sección de ambiente de este libro tiene varios retos. Entre ellos destacan retomar la importancia de los ecosistemas, la complejidad de la dinámica ambiental, relacionar ambos aspectos con las diferentes disciplinas de las ciencias sociales e identificar un rumbo que nos permita conectarnos y andar juntos la senda de la sustentabilidad. Estas líneas pretenden ser la presentación de cuatro textos elaborados, por decirlo así, al fragor del estudio. Sus asuntos son diversos, aunque no tanto, como ya veremos. Lo significativo, que comentaremos a continuación, es que los agrupamos bajo el rótulo de “Estudios Culturales”. El sistema económico venezolano como espacio de interrelaciones entre los distintos agentes económicos que participan en esa dinámica de producción, circulación, distribución y consumo requiere de una constante valoración y análisis estratégico en función del comportamiento que describen las principales macromagnitudes, tales como: El PIB, la inflación, el desempleo, los desequilibrios fiscales y externos, entre otros como variables que definen el mapa macroeconómico de una nación. Esto con el ánimo de hacer más asertiva la elección de instrumentos de política económica así como del examen permanente en cuanto a los resultados y desenvolvimiento de las unidades de producción y del propio Estado como elemento interventor de la actividad económica. De allí la importancia de sopesar en que fase del ciclo económico estamos y hacia dónde vamos. La política ha sido uno de los factores más relevante de la sociedad venezolana de los últimos tiempos. Y no sólo por las intensas transformaciones que se han experimentado en las coordenadas que definen la morfología del Estado venezolano, sino por las insondables implicaciones que ello ha tenido para la economía, para las finanzas, para la cultura y para la vida ciudadana en general. En este sentido puede decirse sin riesgo alguno, que difícilmente pueda comprenderse la realidad venezolana de este tiempo sin una comprensión profunda, detallada y sistemática, de esta dimensión del acontecer humano. Hecho este que la convierte en una clave hermenéutica fundamental para entender la realidad de una sociedad como la nuestra que palpita aceleradamente al ritmo de sus acontecimientos políticos. Lo social no tiene más vocación o destino que ser discutido; su propia naturaleza obliga al ejercicio permanente de ser pensado y pensante. En los textos de historia, antigua, moderna o actual, en la literatura, la poesía, el cine, la tv, en la internet (y su savia que nos recorre administrando nuestros instantes), en el paseo cada vez más escaso por la ciudad, en el viaje en el transporte público o privado, en el comprar y vender, en el dormir, amar, vivir y morir; en todo lo que hacemos, hay un pensar y discutir en y sobre lo social. Las lentes, propias, prestadas, robadas o incrustadas ante nuestros ojos a la fuerza, de moda o demodé, marcarán las percepciones y acciones sobre lo social, y serán motivo de discusión íntima o pública. Esa es la vocación de lo social, porque lo social somos todos, hoy y siempre. Precisamente por esa vocación, el comportamiento social, constituye un objeto de discusión en los círculos académicos y científicos. |
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